La pastoral familiar y otros apostolados en favor de las familias no exigen necesariamente la participación exclusiva de matrimonios. Todos los fieles están invitados a colaborar, en mayor o menor medida: jóvenes solteros, casados, separados, viudos, religiosos, parejas en segunda unión, entre otros.
Sin embargo, desde el sentido común, es razonable afirmar que, en la catequesis matrimonial, los esposos unidos en sacramento desempeñan un papel fundamental. Aunque la colaboración de especialistas en diversos campos (sacerdotes, psicólogos, médicos) sea importante, la orientación de los novios adquiere especial valor cuando proviene de quienes viven la vocación matrimonial. De este modo, las orientaciones abarcan tanto la dimensión teórica como la experiencia concreta de la vida conyugal.
Según el más reciente documento de la Iglesia sobre la preparación al Matrimonio, titulado “Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial”, en su número 21, se afirma:
“El equipo de acompañantes que guía el camino puede estar formado por matrimonios ayudados por un sacerdote y otros expertos en pastoral familiar, así como por religiosos e incluso por parejas separadas que han permanecido fieles al sacramento, las cuales pueden ofrecer su testimonio y experiencia vocacional de forma constructiva, ayudando así a mostrar el rostro de una Iglesia acogedora, plenamente inmersa en la realidad y que está al lado de todos.”
El documento afirma con claridad que los esposos constituyen la base del acompañamiento, mientras que los demás participan como apoyo. Los esposos, formados por un varón y una mujer, son insustituibles tanto por su testimonio vivo del sacramento como por las distintas perspectivas que aportan, como se subraya en el número 52 del documento, y también por la posibilidad de brindar un acompañamiento diferenciado según el sexo. El número siguiente añade que “será valioso valorizar la experiencia de los cónyuges que ya tienen varios años de matrimonio a sus espaldas” (n. 53).
Sacerdotes, religiosos y especialistas son referencias eclesiales y acompañantes que forman y apoyan a los matrimonios catequistas (agentes), y también son puntos de consulta o derivación para novios que necesitan un acompañamiento más profundo. Su aporte en la formación teológica y pastoral se fundamenta en la experiencia de atención y acompañamiento de parejas. Asimismo, los especialistas ofrecen referencia y orientación en cuestiones complejas de tipo médicas, psicológicas, jurídicas, entre otras.
Además de su papel formativo, pueden participar activamente en los encuentros catequéticos. No obstante, es importante que en cada grupo haya siempre, como referencia, al menos un matrimonio unido sacramentalmente. Lo mismo puede decirse de las personas viudas o de quienes colaboran sin la presencia del cónyuge. Doy testimonio de que, en mi comunidad parroquial, participa en los grupos de catequesis matrimonial una señora que vivió cincuenta años de matrimonio y que, aun sin la compañía de su esposo, aporta reflexiones profundas y una generosa disponibilidad, caminando junto a otros matrimonios en este apostolado.
Los especialistas también pueden contribuir ofreciendo espacios formativos más específicos, como charlas o jornadas a lo largo del año, tanto dirigidas a catequistas como a novios y enamorados. Igualmente, pueden colaborar en retiros, jornadas de oración y actividades afines.
Una novedad destacada en el documento es la posibilidad de colaboración por parte de cónyuges separados “que han permanecido fieles al sacramento”. De este modo, pueden ofrecer su testimonio aquellos que, por diversas circunstancias (imposibilidad de convivencia, violencia, abandono, etc.), viven la separación pero no han contraído una nueva unión, reconociendo así el vínculo sacramental indisoluble.
Aunque el documento no lo menciona de manera explícita, puede considerarse también la participación de personas viudas. Habiendo vivido la vocación conyugal y encontrándose actualmente en una situación canónica regular, pueden aportar valiosas reflexiones sobre un aspecto que no debe pasarse por alto: el proceso de pérdida del cónyuge y la vivencia de esa realidad.
En resumen, la interpretación de este documento me permite concluir que, en cada grupo de catequesis matrimonial, es esencial contar con al menos un matrimonio unido en el sacramento como principal referente, debidamente acompañado por otros miembros de la comunidad eclesial, pero siempre con la debida prudencia pastoral.
Libro Matrimonio: Encuentros de preparación
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