¿Sería necesario diferenciar los temas según los distintos perfiles de novios?

Los documentos de la Iglesia no establecen distinciones de contenido para las diversas situaciones de los novios, sino que señalan una formación mínima común para todos los que buscan recibir el sacramento. Por ejemplo, el documento Preparación al Sacramento del Matrimonio (1996) ya enumeraba los temas que deben tratarse con quienes se encaminan hacia el Matrimonio:

“Se habrá de instruir a los novios acerca de las exigencias naturales vinculadas a la relación interpersonal hombre-mujer en el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia: el conocimiento consciente de la libertad del consentimiento como fundamento de su unión, la unidad e indisolubilidad del matrimonio, la recta concepción de la paternidad-maternidad responsable, los aspectos humanos de la sexualidad conyugal, el acto conyugal con sus exigencias, finalidades y la sana educación de los hijos.” (PSM 35)

Por tanto, no se puede considerar, por ejemplo, que una pareja que ha superado la edad fértil no deba reflexionar sobre la paternidad responsable y los métodos naturales. Por el contrario, estos temas se cuentan entre los más necesarios, pues constituyen una de las áreas más sensibles y exigentes del compromiso asumido en el Matrimonio. Tanto es así que el más reciente documento de la Iglesia sobre la preparación matrimonial, Itinerarios Catecumenales para la Vida Matrimonial (2022), reafirma la necesidad de abordarlos en la llamada Preparación Próxima, es decir, aquella etapa que comprende la Catequesis Matrimonial para todos los que se disponen a recibir el sacramento:

“Hay también muchos otros aspectos vinculados a la realidad humana de la persona y de la pareja que deben ser debidamente explorados: la dinámica humana de la sexualidad conyugal, la concepción correcta de la paternidad-maternidad responsable y la educación de los hijos. Las catequesis y las enseñanzas cristianas ayudarán a consolidar el conocimiento de la verdad relacionada con el matrimonio y la formación de la conciencia personal. En esta etapa, será valioso valorizar la experiencia de los cónyuges que ya tienen varios años de matrimonio a sus espaldas.” (ICVM, n. 53)

Aprovechando la última recomendación añado que, si es posible, se aconseja que las parejas de más edad sean acompañadas por agentes pastorales de edad similar, según la disponibilidad del equipo. Este aspecto permite abordajes diferenciados en algunos temas. Gracias a su experiencia, los matrimonios catequistas pueden emplear estrategias adecuadas, tratar ciertos temas de modo más sintético cuando perciben que la pareja ya posee ese conocimiento, o bien profundizar cuando lo consideren necesario. Se trata de una cuestión de experiencia pastoral, pero nunca debemos omitir ningún contenido entre aquellos que la Iglesia propone como fundamentales.

No se trata solamente de “casarse”, sino de acceder a la riqueza de la doctrina de la Iglesia, que es esencial para la formación católica y, además, constituye un verdadero derecho de los esposos. Más aún: este conocimiento podrá ser transmitido a hijos, nietos, amigos, o incluso motivar a los propios esposos a convertirse en agentes pastorales, donde dicha doctrina se vuelve aún más imprescindible.

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