Considero que esta pregunta se refiere a la Etapa Próxima, momento aún conocido como Encuentros, Cursos Prematrimoniales o incluso Cursos para parejas comprometidas (aunque la Iglesia ha orientado que no se trate solamente de un curso ni esté destinado únicamente a las parejas comprometidas). Por tanto, es sobre esta etapa que me propongo responder.
No puedo negar que existe cierta “confusión” en torno a este tema. Para evitar caer en el terreno de las opiniones personales, conviene buscar las respuestas en el Magisterio de la Iglesia. El reciente documento Itinerarios Catecumenales para la Vida Matrimonial (ICVM) establece que este momento debe incluir instancias de inserción de la pareja en la vida eclesial y en la vida de oración, pero también una formación sólida. Como recurso personal y pedagógico para presentar estas ideas, suelo dividirlas en dos dimensiones: la vivencial y la formativa.
No se trata de dos momentos separados, sino simultáneos, que se llevan a cabo de manera conjunta. El momento vivencial consiste en proponer el redescubrimiento (o descubrimiento, para muchos) y la vivencia de la fe católica. Una novedad de este documento es el énfasis en que la catequesis matrimonial —que muchas parejas cumplen como una exigencia— debe ser un despertar a la vida de oración y al sentido de pertenencia y compromiso eclesial. Los candidatos al matrimonio “se iniciarán gradualmente en la oración cristiana – oración individual, comunitaria y de pareja” (ICVM, 49).
Esto significa aprovechar la ocasión para generar experiencias que atraigan a las parejas hacia la Iglesia.
“Se ayudará a las parejas a acercarse a la vida eclesial y a participar en ella. Con delicadeza y calor humano, se les invitará a participar en los momentos de oración, en la eucaristía dominical, en la confesión, en los retiros, pero también en los momentos de celebración y convivencia.” (ICVM, 50).
Estimo que es por este motivo que la Iglesia sugiere, en dicho documento, que la catequesis matrimonial se extienda a lo largo de aproximadamente un año, ya que se requiere un tiempo prolongado de convivencia intensa con las parejas. No es posible acompañar, establecer vínculos de amistad y convertirse en referencia mediante encuentros concentrados en un corto período.
Dichos encuentros pueden distribuirse a lo largo de varios meses, en la cantidad necesaria para garantizar al menos los contenidos mínimos propuestos por la Iglesia. En efecto, los documentos eclesiales son claros al afirmar que hay contenidos que deben ser transmitidos.
Podría citar diversos documentos al respecto, pero a modo de ejemplo mencionaré dos. Comienzo por el documento Preparación para el Sacramento del Matrimonio, del año 1996, publicado por el Pontificio Consejo para la Familia. En el n. 48, dentro del apartado dedicado a la Preparación Próxima, se afirma: “Los contenidos, sin descuidar diversos aspectos de la psicología, la medicina y otras ciencias humanas, deben centrarse en la doctrina natural y cristiana del matrimonio”.
Asimismo, el documento Itinerarios Catecumenales para la Vida Matrimonial, el más reciente y actual sobre esta materia, señala los temas que han de ser trabajados con las parejas:
- Revisitar los sacramentos de la iniciación cristiana — Bautismo, Confirmación y Eucaristía — y el sacramento de la Reconciliación (ICVM, 49);
- Tener como referencia las Sagradas Escrituras, especialmente el Génesis, los Profetas y el Cantar de los Cantares (ICVM, 49);
- Prepararse para la misión específica de los esposos (ICVM, 49);
- Abordar todo lo relacionado con la relación conyugal y las dinámicas interpersonales (ICVM, 52);
- Reflexionar sobre los bienes propios del matrimonio (ICVM, 51);
- Profundizar en la dinámica humana de la sexualidad conyugal, la concepción correcta de la paternidad-maternidad responsable y la educación de los hijos (ICVM, 52).
Respecto a este último punto, es frecuente encontrar una tendencia a relativizar su importancia o a postergar su abordaje para una etapa posterior, durante el acompañamiento de las parejas. Para superar tal mentalidad, el dicasterio emplea términos que no dejan lugar a dudas:
“deben ser debidamente explorados: la dinámica humana de la sexualidad conyugal, la concepción correcta de la paternidad-maternidad responsable, la educación de los hijos.” (ICVM, 53).
Obsérvese el verbo utilizado. No se trata de una sugerencia, sino de una exigencia. Además, para evitar toda posible relativización del tema de la paternidad y maternidad responsables, se añade el adjetivo “correcta”. Por tanto, la catequesis matrimonial debe abordar estos temas con esmero, a fin de no difundir concepciones erróneas sobre realidades tan relevantes.