Sí, es verdad. Por primera vez en la historia de los documentos del Magisterio sobre la preparación al Matrimonio, se ofrece una indicación concreta acerca de la duración recomendada para las etapas de dicha preparación.
En lo que respecta específicamente a la catequesis matrimonial – todavía comúnmente conocida como encuentros o cursos prematrimoniales –, los números 24 y 48 del reciente documento titulado Itinerarios Catecumenales para la Vida Matrimonial (ICVM) contienen una expresa recomendación de que la preparación próxima se extienda durante aproximadamente un año.
Para muchos, esta orientación resulta sorprendente o incluso intimidante. Suelo notarlo en los rostros de fieles laicos y sacerdotes cuando presento estas directrices en cursos de formación.
Sin embargo, aunque la indicación temporal sea novedosa, la idea de una preparación matrimonial más prolongada no lo es. En varios documentos anteriores, la Iglesia ya sugería una preparación de varios meses, advirtiendo además que no debía reducirse a unos pocos encuentros condensados.
Incluso se tiene noticia de que san Juan Pablo II, cuando aún era el obispo Karol Wojtyła, promovía en Cracovia una preparación matrimonial que incluía el acompañamiento de las parejas durante un año. ¡Y esto a finales de los años sesenta!
Pero entonces surge la pregunta: ¿significa esto un año de encuentros formales de catequesis? No exactamente.
El nuevo documento de la Santa Sede propone una combinación entre momentos formativos y momentos de inserción en la vida eclesial. Esta integración es precisamente lo que constituye la noción de catecumenado. Además de las instancias formativas —que pueden desarrollarse en el transcurso de algunos meses—, se espera que la dimensión vivencial sea la que complete el tiempo estimado de un año. Es el período destinado a despertar en las parejas la vida de oración y el sentido de pertenencia y compromiso con la Iglesia: “se iniciarán gradualmente en la oración cristiana – oración individual, comunitaria y de pareja” (ICVM, 49).
Así pues, cuando la Iglesia habla de un año, no se refiere necesariamente a un curso de formación extenso, sino más bien a un año de acompañamiento y cercanía pastoral, aun cuando los encuentros formativos se lleven a cabo en un tiempo más breve – ya sea mensualmente, quincenalmente o con otra frecuencia (pues la Iglesia no fija una periodicidad determinada).
No obstante, para que las parejas puedan acercarse a la parroquia con suficiente antelación para completar este año de preparación próxima (además de algunos meses correspondientes a la etapa inmediata), se requiere promover una auténtica transformación cultural. Es decir, es preciso que la búsqueda de la catequesis matrimonial preceda a la decisión de casarse y, naturalmente, a la formalización del compromiso.
Es necesario llevar a cabo una amplia divulgación y dialogar con todos los movimientos y pastorales, animando a las parejas con quienes se tenga contacto a ver en la catequesis matrimonial un medio para madurar la relación y favorecer un verdadero discernimiento.